A ver, cómo les explico…
Hace unos días, en un restaurante me solicitaron que llenara una encuesta que pretendía determinar la calidad de servicio que había recibido, que tan satisfecha me sentía, que le cambiaría o que mas podría necesitar para mejorar mi experiencia en el lugar. El pequeño formulario tenía en su mayoría preguntas que podían contestase con muy malo, malo, regular, bueno y excelente, además de incluir al final dos o tres líneas en blanco para que pudiera poner cualquier otra sugerencia o situación que ellos hubieran pasado de largo.
En lo que llenaba el formulario pensé cuantas veces había hecho las mismas graduaciones (muy malo, malo, regular, bueno y excelente) de diferentes situaciones, personas, obstáculos, problemas y la lista de quejas que todos, de una manera u otra, nos dedicamos a formular durante todos los días. Al darme cuenta me resulta hasta un poco gracioso, porque pasamos tanto tiempo llenando formularios que contienen nuestra opinión de como podría hacer mi Vida para mejorar mi experiencia en ella, y lo peor es que siempre lo he hecho con dedicación, llena de convencimiento… y ¿saben?, ¡la Vida no tiene buzón de sugerencias! Lo peor de todo es que nos pasamos quejando por cosas que nadie nos prometió que iban de ser de otra forma, o de no obtener otras que de algún lado sacamos la idea que nos pertenecen o corresponden.
Así que decidí que en vez de estar pensando como tendría que ser mi Vida para que me caiga simpática de hoy en adelante voy a hacer lo necesario para hacer de mi Vida, partiendo de como es, no de lo que me gustaría que fuera, esa Vida que quería para «cuando yo fuera grande».
Aquí les comparto mis primeros puntos de partida y mis consecuentes planes de acción:
1. La Vida no es justa. En efecto, si Ud. esta leyendo esto quiere decir que ya tiene la edad necesaria para que haya tenido todo un buen demo de a qué me refiero cuando aseguro que la Vida no es justa. ¿Pero y quién dijo que lo seria? y además, si la Vida fuera justa, ¿sería justa según los parámetros de quien, los suyos, los míos? Así que en efecto la Vida no es justa y eso tampoco la hace mala.
2. ¿Y por qué no a Ud.? Eso es lo que me pregunto cada vez que escucho a alguien que le pasa algo, alguna situación con su pareja, algún problema de salud, alguna pérdida significativa, algún fracaso; la primera pregunta que se formulan en voz alta suele ser «¿por qué a mí?». Pero, ¿y por qué no?, quienes somos para creernos a salvo de cualquier desastre o de donde sacamos la idea de que la vida nos lleva tablas de puntuaciones que deciden quien merece que le pase tal o cual cosa. Qué tal si en vez de gastarnos sugerencias al respecto damos gracias por lo que si podemos hacer, porque si perdimos a alguien importante nuestra relación con esa persona no se reduce al momento en el que se fue, si no a todos los años que nos hizo feliz y que logro hacer que se convirtiera en alguien importante; que si estamos no nos gusta algo en vez de dedicarnos a quejarnos empezáramos a sacar cuentas de todas las cosas que podemos hacer para cambiarlo. De ahora en adelante no pierdo tiempo en preguntar por qué a mí, pesare mejor en qué hacer al respecto.
3. La gente no ha venido al mundo para hacerlo feliz. Desde mi punto de vista esta es de las más difíciles para tener presente todos los días con todo el mundo, pero también es una de las que más nos simplifica la vida, y se trata de recordar que la gente que nos rodea no vino al mundo para hacernos felices, ni para facilitarnos las cosas, mucho menos para complicarlas. Los que nos rodean usualmente están bastante ocupados con ellos mismos como para que Ud. piense que tienen que quebrarse la cabeza pensando en cómo hacer que Ud. sea feliz hoy o que por otro lado se levantaron confabulando en su contra para hacerle el día más complicado. La verdad es que las personas que nos rodean nos acompañan en nuestra felicidad, pero esa felicidad es nuestra responsabilidad, no de ellos; y nadie tiene tiempo suficiente para tramar su día en base a cómo hacernos daño, no somos el ombligo del Mundo. Así que de ahora en adelante soy responsable de proveerme felicidad, de hacerme las cosas más sencillas y de mis propias metidas de pata.
4. ¡Claro que puede! Cuántas veces ha escuchado a alguien diciendo, “¡No sé si podre con esto!”, y la verdad es que la vida no es tan democrática como solemos creer, claro que podremos, no porque tengamos toda la buena disposición, es porque realmente no tenemos opción, siempre podemos, siempre encontramos la forma, siempre lo hemos hecho. Así que de hoy en adelante no me lo vuelvo a preguntar, recordare las veces que he sentido que no podría y si he podido, recordare como ahora que ya lo resolví parece hasta tan obvia la solución, tendré presente cuantas veces no he tenido ni la más mínima idea de qué hacer y siempre se me ha ocurrido algo, confiare en que esto se repetirá cada vez que sea necesario.
5. Algún día no es un día de la semana… Así que con todo lo propuesto empiezo hoy mismo.
• Columna en colaboración para Xpressate.net •