A ver, cómo les explico…

Creo que una de las cosas que más complica a las personas que tienen ansiedad es la idea de que se están volviendo locos y es, precisamente esto, lo que en muchas ocasiones hace que le den larga al acudir a terapia.  Considero que una de las cosas más incomodas y desconcertantes, en esta situación es que existen tantas sensaciones físicas, que es, para la mayoría, difícil digerir que algo psicológico puede sentirse se esta manera.

Es precisamente por lo que ya les mencione que cuando una persona ansiosa llega a buscar asistencia psicológica lo hace, en la mayoría de los casos como «último recurso», cuando ya recorrió esta cantidad de médicos de diversas especialidades, muchos de ellos hasta llegaron a Emergencias del Hospital más cercano convencidos de que estaban a punto de morir, ya sea de un ataque el corazón, un accidente cerebro-vascular o un paro respiratorio, entre otros.  Súmenle a esto que cada visita al Doctor y cada cantidad de exámenes en los que se recibe la noticia de que todo está bien, de que físicamente no existe ninguna causa para las sensaciones que describen, no suele ser un alivio, sino una decepción, donde usualmente reina la idea de «y si no esto, entonces que más» y usualmente así es como terminan consultando a otra especialista, en busca de una nueva causa.  Hasta que, como les comente, luego de la insistencia de varios de los consultados sobre la posibilidad de que todo se deba a la ansiedad, deciden ir y buscar tratamiento psicológico.

 

Aclaro algo antes de continuar.  Todos sentimos ansiedad, es una respuesta adaptativa y de ella depende nuestra supervivencia, ya que es el proceso que se encarga de generar muchísimos cambios en nuestro cuerpo, para poder hacer frente, ya sea mediante la huida o el ataque, a cosas que nuestro cerebro cataloga como una amenaza.  Por ejemplo, cuando estamos en un accidente de transito actuamos con más rapidez de la usual, nuestros sentidos se agudizan, tomamos decisiones de manera que parece automática, somos más fuertes y tenemos más resistencia que de costumbre, etc., pero cuando nuestro cerebro determina que la emergencia o amenaza ya paso, porque ya la resolvimos viene la otra parte, cuando nuestro cuerpo entiende que ya paso y ahí es cuando: nos tiemblan las piernas, podemos sentirnos mareados, hasta ganas de hacer pipí nos pueden dar…  Pero así es como funciona la que llamaremos «ansiedad buena», que es necesaria y nos hace aptos para resolver este tipo de situaciones.

Ahora, entonces ¿qué pasa con una persona que tiene ansiedad?.  A esta la llamaremos en este artículo «ansiedad mala», porque es la que no queremos que este ahí, la que en vez de ayudarnos a afrontar la vida, nos va restringiendo cada día más en diferentes situaciones cotidianas, además de representar toda una serie de costos emocionales, psicológicos y físicos.  Partamos de la principal diferencia, que consiste en que las personas que tienen la «ansiedad buena» su mecanismo de emergencia se activa antes situaciones que realmente están sucediendo aquí y ahora, por ende se activa la alarma al determinar que es una emergencia o amenaza, pero una vez atendida la situación se apaga el mismo mecanismo.  Pero, por otro lado, quienes padecen de «ansiedad mala» no encienden su mecanismo de emergencia por algo que está ocurriendo, si no que el 99.9% del tiempo este mecanismo se enciende por escenarios que solo están en su cabeza, que son producto de su imaginación y que son caóticos todos, es precisamente debido a esto que el mecanismo solo se enciende y no sabe cuando apagarse, ya que una situación imaginaria como esta tiene principio, pero no fin.

Otra de las principales diferencia es la forma en la que se piensa en el futuro.  Las personas ansiosas piensan constantemente en el futuro, lo que logra aun que se pierdan constantemente del presente.  No estoy sugiriendo que los demás no pensamos en el futuro, pero la diferencia radica en que las personas ansiosas quieren controlar el futuro, o necesitan certezas de cómo funcionará ese futuro que tienen ante ellos, el no tener certezas (las cuales nunca existen) o sentir que no lo pueden controlar (lo cual nadie puede hacer) genera un malestar terrible y quien sufre de «ansiedad mala» percibe amabas cosas, la carencia de control y falta de garantías, como una amenaza.

Muchísimas personas llegan a la clínica creyendo que el tratamiento consiste en disminuir un poco la ansiedad o a enseñarles a vivir con ella, no es así, el tratamiento debe resolver las ideas que nos hacen catalogar a tal o cual situación como una amenaza, al resolver estas ideas y las estructuras mentales que dan pie a las mismas, las sensaciones físicas, que precisamente son fruto de estas ideas, desaparecen.

Les seguiré platicando del tema tema en otras entradas del blog, ya que se que es un tema bastante extenso y, hoy en día, afecta a varias personas. Sin embargo, espero que les quede claro que nadie tiene porque vivir con ansiedad y con sus consecuencias, ya que es perfectamente tratable.