A ver, cómo les explico…
Vivimos en una época en la cual las personas utilizan el termino depresión para referirse a la tristeza, por lo cual actualmente la gente describe estar “depre”, en vez de triste, llevándonos a confundir un Trastorno del Estado de Ánimo, con un estado emocional.
Como punto de partida, diferenciemos depresión de tristeza. Para empezar, la tristeza es un sentimiento que corresponde y que ocurre en proporción a un evento en particular, es pasajera, nos permite seguir funcionando en nuestro día a día y este sentimiento negativo se limita solamente al área de nuestra vida dónde ocurrió tal o cual evento, por lo tanto, la interferencia con las otras áreas de nuestra vida es mínima o inexistente. En cambio, cuando existe una depresión los sentimientos de tristeza no corresponden en proporcionalidad al evento, hasta el punto que en muchas ocasiones las personas que sufren de depresión no pueden identificar porque se sienten tan tristes; además la depresión interfiere en todas las áreas de la vida estas, personas llegan a requerir un esfuerzo casi sobrehumano para realizar sus tareas cotidianas como ir al trabajo, salir de la cama, cumplir con su rutina de cuidado personal, entre otras cosas; además pierden el interés por cosas que antes les producían placer o alegría, pueden tornarse en extremo irritables e impacientes, todos sus movimientos aún su forma de pensar se vuelven más lentos se les hace muy difícil tomar decisiones.
Precisamente, uno de los síntomas de la depresión es la tristeza, pero también están presentes otros síntomas como la astenia, que es una sensación de cansancio, muy similar a haber hecho un gran esfuerzo físico por un período prolongado de tiempo; la anhedonia que es la incapacidad de sentir placer y la abulia, que es la falta de voluntad. Otros síntomas frecuentes y que pueden variar según quien los presenta, son en el caso de las mujeres el aumento del apetito y, por ende, el incremento en el peso, ex son los estallidos de llanto, irritabilidad, agresividad o explosiones de enojo, aumento o disminución en el apetito, suelen experimentar sentimientos de culpa y desesperanza, duermen en exceso como una medida de escape ante la situación. Por otro lado, los hombres son más propensos al uso de drogas o abuso de alcohol, suelen perder el apetito lo que los lleva a bajar de peso, duermen menos, pierden interés en sus pasatiempos y trabajos, se exponen a riesgos innecesarios, el control sobre sus emociones disminuye, pueden tornarse agresivos, además se vuelven ensimismados y silenciosos. En ambos, pueden presentarse pensamientos sobre el suicidio, preocupaciones excesivas sobre su salud, ansiedad, dolores de cuerpo, rumiación obsesiva (darle vueltas y vueltas a la misma idea).
Cuando deseamos ayudar a alguien que se encuentra deprimido o cuando deseamos salir de una depresión, lo que debemos hacer es buscar ayuda profesional lo antes posible, ya que mientras más avance la depresión, mayores serán los costos que acarrea la misma, el tratamiento y el tiempo de recuperación.
El tratamiento de la depresión, a su vez depende mucho del tipo de depresión, el estado en el que se encuentra el paciente cuando recurre en búsqueda de ayuda y si la depresión es funcional, lo cual significa que tiene una causa física o química, o si no lo es. Pero en general la depresión puede ser atendida solo por terapia, o con tratamiento farmacológico, para lo cual se debe consultar a un Psiquiatra y terapia Psicológica, simultáneamente, para durante que, durante la terapia, el paciente vaya adquiriendo herramientas, reestructurando esquemas cognitivos, aprendiendo a canalizar sus emociones de forma más efectiva, con el objetivo de que hagan frente a situaciones cotidianas de forma más eficiente.
Aunque, uno de los métodos más eficaces consiste en evitar o prevenir la depresión para esto es de mucha utilidad tener en mente a quienes de nuestros seres cercanos podemos contarles cuando nos encontramos tristes, enojados, incómodos, etc. Otra forma sumamente efectiva es hacer ejercicio con regularidad ya que esto aumenta la producción en nuestro cerebro de ciertas sustancias llamadas neurotransmisores que, entre muchas otras cosas, son responsables de mediar en nuestro estado de ánimo. Por ende, el ejercicio nos hace químicamente más fuertes y menos propensos a una depresión. Algo que también es de mucha ayuda es cultivar actividades costumbres que nos hacen sentirnos bien o felices. Por ejemplo, se ha demostrado que cuando dedicamos un momento del día agradecer por lo menos tres cosas o enumerar tres cosas que no hayan pasado durante el día por las cuales consideramos que debemos estar agradecidos hace que nuestro cerebro recablee y que seamos más felices lo cual evita que caigamos en estados depresivos.