A ver, cómo les explico…

Existen muchas preguntas sobre los efector del maltrata en los niños, si necesariamente el hijo de un maltratador está destinado a convertirse también en un maltratador, debates sobre los daños que genera, la consecuencias del aprendizaje, entre otros.  Pues aquí les platico un poco, y quiero que tomen en cuenta que durante este artículo me refiero a los niños que reciben maltratos en toda su variedad, no solo físico.

Parto de dos ejemplo, el primero es que existe estudios que indican que los niños que están expuestos a violencia intrafamiliar (desde gritos hasta maltrato físico) muestran la misma frecuencia de ondas en su cerebro que un soldado que se encuentra en el campo de batalla. Segundo, durante la infancia nuestro cerebro es muy maleable y este tipo de situaciones lo marca e incide directamente en la formación, llegando a generar la modificación de estructurar neuronales, entre ellos la acumulación de mielina que es el revestimiento de una parte de la neurona y que es vital para que cada neurona sea capaz de transmitir un mensaje en nuestro cerebro, los mismos longitudinales que han arrojado estos resultados han dado luz sobre el hecho de que por este factor los niños maltratados se convierten en adultos que tienen una alteración en el tratamiento afectivo  de la información que reciben, haciéndolos más propensos a la depresión, agresividad, ansiedad, incluso al suicidio.

Además, la familia es la primera muestra de sociedad que tenemos, es como un micro entorno, donde, en gran parte, por medio de la observación empezamos a aprender que es “normal” y que no, ya sea dentro de una relación de pareja, con el sexo opuesto, con iguales y con la que consideramos autoridad.  También es donde aprendemos las formas de comunicarnos, si está es por gritos, chantajes, negociación, autoritaria, entre otras.

Los niños van adoptando esos patrones y estos llegan a formar parte de su repertorio de forma inconsciente, solo es lo que “siempre han visto y por eso lo consideran normal”.

No podemos dejar de lado que la forma en la que aprendemos a relacionarnos con el sexo opuesto (en general, no solo en pareja) es basada en la interacción que tenemos con nuestro padre del sexo opuesto, en base a esto llegamos a evaluar como normal que el sexo opuesto nos trate de tal o cual forma o que nosotros lo tratemos de esta u otra manera.  Por ejemplo, si yo tengo un papá que le abre las puertas a las mujeres (sin importar la edad, situación o relación con ellas) considerare que es normal y parte de la educación básico que cualquier otra hombre lo haga, hasta el punto de llamarme la atención cuando un hombre se salte este paso; si por otro lado tengo un papá que nunca tuvo ningún tipo de deferencia como está con mi mamá, conmigo o con las mujeres en general, considerare que el que un hombre abra la puerta es casi un super poder y eso lo convierte en alguien con características que puedo llegar a considerar “escasas” o “peculiares”.  Gran parte de esto no se aprende por medio de los discursos que puedan manejar ambos padres, la mayoría es por medio de la observación.

Si un niño viene de un hogar donde ha presenciado o sido victima de maltrato, si influye, pero no necesariamente solo en la dirección en que le niño necesariamente se convierte en un maltratador.  Usualmente cuando hay violencia en nuestra familia, lo que si aprendemos es el ciclo de la violencia, que se basa en abusar o maltratar al que por alguna razón consideramos el más débil.  En base a esto, muchos niños aprenden a identificar al más débil de la situación y desquitarse por medio de maltratos, ya sea por los maltratos que ellos mismos reciben o de los cuales son testigos.

Otro punto importante, es que el hijo o hija, puede convertirse en maltratador de forma inconsciente, y producto de tratar de evitar a al padre que ejecutaba los abusos, si no por el contrario tratando de evitar ser la víctima. En este caso el niño o niña empieza a “gritar antes de que le griten, a pegar antes de que le peguen”, ya que al crecer en una dinámica de abusador-abusado, creen que el que te maltraten no es una posibilidad, sino un hecho, y que lo único que queda por hacer es ser el primero en lanzar el golpe o hablar más fuerte, esto lo hace “sentirse a salvo”, ya que según ella o él es la forma en la que no abusarán nunca.  En el otro extremo está quien aprende a soportar, que se está bien mientras haya sumisión, que está bien si hay gritos, si hay golpes, porque así son todas las relaciones, volviéndose esta persona muy propensa a ser abusado.

Sin importar en qué dirección lo haga, la relación violenta entre los padres si influye a sus hijos, les enseña que la violencia en normal o que están mejor porque su pareja es “menos” violenta que sus papás, cuando solo NO debería ser violenta. Les enseña que la violencia es una dinámica validad para comunicarse, para negociar, hasta que es una forma valida de demostrar que “lo o la queremos y que nos importa”.  Gran parte del problema suele radicar en que estos patrones al ser interiorizados cuando estamos pequeños y ser constantemente expuestos a los mismo, como mencione lo llegamos a considerar normal, por ende, para muchos es inconsciente el patrón de abusador o de abusado.

Lamentablemente lo que nos resulta familiar también nos resulta cómodo y cuando lo familiar es la violencia, está nos resulta cómoda, a pesar de que la consideremos negativa, es a lo que estamos acostumbrados, por ende se tiende a buscar personas similares a las que conformaron nuestro núcleo familiar, esto siempre de forma inconsciente.

Solo ponga un poquito de atención en la sociedad que nos rodea y tomemos en cuenta que la sociedad influye en el individuo y el individuo a la sociedad, al final la familia, en muchos aspectos es un reflejo de la sociedad en la que vive y a su vez contribuye a configurarla en el día a día y por generaciones.  Por eso, es que la violencia en las familias es un problema de todos nosotros.

A pesar de que no existe un patrón que cumplan al 100% los niños o niñas que sufren maltrado, ya que depende no solo del entorno, si no también de cada personalidad, si existen factores que parecen ser comunes en estos casos:

  • Tiene problemas para establecer relaciones de confianza.
  • Pueden ser agresivos.
  • Tratan de desahogar la violencia que reciben imitan el ciclo que observan que consiste en identificar al indefenso.
  • Su rendimiento escolar es bajo.
  • Son ansiosos.
  • Son propensos a convertirse en maltratador o en maltratados.
  • Suelen desarrollar relaciones poco sanas con el sexo opuesto.
  • Pueden volverse muy retraídos.
  • En algunos casos tienden a desarrollar el rol del “protector”, ya sea hacía la persona abusada o a sus otros hermanos.
  • Llegan a percibir la violencia como una forma de interacción “normal”.