A ver, cómo les explicó…
Hace unos días estaba trabajando en mi computadora… Exactamente como lo hago ahorita mientras escribo esto, y de repente salto una ventana donde el antivirus instalado en la computadora me advertía que habia «un elemento sospechoso que podía causar daño al equipo o a sus archivos», a continuación me recomendaba hacer una exploración rápida para evaluar el equipo y, al final, después de haber detectado que era lo que andaba mal me daba la opción de tratar de reparar o borrar, para volver a estar «a salvo de cualquier daño».
No pude evitar, que a partir de ese momento, me diera vueltas en la cabeza constantemente la idea de «que fácil serian muchas cosas si a la Vida le pudiéramos instalar antivirus». Los siguientes días fueron hasta un poco graciosos, porque estuve en varias situaciones en las que podía imaginar apareciendo, sin previo aviso y de forma muy oportuna, la misma ventana que vi surgiendo en la pantalla de mi computadora, en la cual de forma clara y breve leía «se ha detectado un elemento que puede ocasionar daño al equipo», claro que en este caso el equipo era yo y los elementos eran gente, situaciones, ambientes, discusiones, aun la mugre ventanita surgía cuando yo misma adoptaba ciertas actitudes.
Y bueno, esto duro lo que mi imaginación, que es bastante buena y llena de efectos especiales, pero con intereses muy cambiantes y problemas para mantenerse en un solo tema por mucho tiempo, lo permitió. De repente la ventanita del antivirus dejo de aparecer.
Aquí fue que me vi en la necesidad de hacer un aterrizaje forzoso en la realidad… La Vida no tiene antivirus que le podamos instalar, por lo cual, es nuestro trabajo identificar esas situaciones, personas, actitudes, etc. que puede ser dañinos, para «corregir o borrar». Creo que con frecuencia actuamos de forma opuesta, como si realmente vigilar estos puntos fuera responsabilidad de alguien más, no nuestra, y entonces terminamos metidos en todos estos escenarios que no van dañando de diferentes formas y con bastante frecuencia. Pero la verdad es que deberíamos hacer el esfuerzo consciente de detectar, arreglar o borrar todos estos elementos que de alguna forma son dañinos, y con esto me refiero aun a actitudes que adoptamos frente a diferentes situaciones y las cuales nos generan más costos que beneficios, o personas de las cuales no hacemos nada más que quejarnos porque no suman nada a nuestra vida, o a situaciones a las que llegamos por nuestros propios pies, ¿qué tal si en vez de quejarnos dedicamos ese esfuerzo a determinar las cosas buenas que nos mantienen ahí, decidir tener una actitud que nos beneficie más ante tal o cual situación o a largarnos simplemente por falta de razones para quedarnos?
Hasta la fecha me sorprende que actuemos como si nuestra felicidad o bienestar fuera responsabilidad de los demás, como si hubieran venido al Mundo a hacernos la Vida más cómoda, más fácil, más rosa… Y no es así, no importa ni siquiera que tanto quienes nos quieran, que tanto traten de proveernos felicidad, equilibrio, bienestar u otros, no están en la capacidad de hacerlo, si pueden aumentar nuestra «ya existente» felicidad, bienestar o equilibrio, pero aumentar o complementar no es lo mismo que proveer.
Así que de ahora en adelante que tal si nos damos por enterados que nuestra felicidad es responsabilidad de cada uno de nosotros únicamente, que si queremos una mano para cambiar la situación el primer lugar para buscarla es al final de nuestro brazo, que es una decisión quejarse y entonces un deber largarse o dejar de quejarse para poder quedarse, que si no puede reparar… pues borre.