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A ver, cómo les explico…

“Hola, me llamo Dina Semsch y soy Heterosexual”.  ¿Quién de Uds. se ha presentado así alguna vez? Yo nunca. Usualmente solo digo “Hola, soy Dina Semsch”, no agrego nada más, ni mi orientación sexual, ni mis creencias, si me gusta el helado o no, ni un color, ¡nada! En efecto todo esto es información, es parte de Dina Semsch, soy heterosexual, que adoro el helado y creo que en la vida solo habría caos si no existiera, que mi color favorito es el turquesa; pero es parte… ninguno de estos datos aislados me “define”, si no el conjunto de ellos y la historia que los precede.

Está vez voy a tomar un tema, la homosexualidad, no para venderles, promoverles o alquilarles mis verdades, que si son solo mías y no veo porque Uds. debería pensar igual, ya que mis verdades me funcionan a mí, las suyas le tienen que funcionar a Ud.  Con todo esto, lo que propongo a continuación es que pensemos un momento, pero basándonos en realidades, no en estereotipos que al rato y ni siquiera son suyos, sino heredados.

Una vez hablando con alguien que se encontraba debatiendo sobre su orientación sexual, me dijo “es que no se qué soy”… por unos minutos no supe que decirle, luego me impacto al ser consciente que había usado el término “qué” en vez de “quién”, como si la respuesta que esperara fuera “es una plancha”, “es un refrigerador” o cualquier otra “cosa”.  Después de unos minutos pensé que él es “quien” es, así como yo soy Dina Semsch y eso necesariamente me obligo a reflexionar sobre lo duros que somos para calificar a los demás, hacemos toda una serie de atribuciones en base a un solo dato, por ejemplo ser homosexual.

Tomemos los ejemplos más frecuentes. Creo que la primera es pensar que un homosexual tiene un “estilo de vida homosexual”, sin embargo, al referirnos al estilo de vida homosexual inmediatamente imaginamos ese estilo de vida que ameritaría hacerle un documental.  Por ejemplo la mayoría de gente se imagina “esa vida promiscua”, ahora si apelamos un poco a la realidad y al sentido común (que lamentablemente es tan poco común en estos días). Que tal si yo les digo que muchos de los homosexuales que conozco tienen parejas sumamente estables y ¿cómo no?, si en la sociedad que vivimos no les parece que es demasiado trabajo encontrar una pareja sumándole a que es una pareja que forma parte de una minoría, así que muchos de ellos se encuentra sumamente comprometidos con su relación de pareja.  En todo caso, ¿no existen muchos heterosexuales bastante promiscuos?

La otra, es que “nacieron anormales”. Eso de “anormal” tiene peor fama de la que merece, para explicarles lo voy a contextualizar primero.  Anormal, es algo que se sale de la norma, la norma la dicta la media ubicada debajo de la curva; en resumidas cuentas anormal quiere decir que Ud. “no es como la mayoría”.  Pues considero que todos nacimos con una o varias anormalidades, eso no nos hace malos, al contrario en muchos casos es precisamente lo que nos hace sobresalir del promedio y ser solicitados por nuestra anormalidad, sea está una habilidad, una aptitud, nuestra inteligencia, sociabilidad, etc.  Por ejemplo ser más inteligente o tener alguna aptitud por encima del promedio lo vuelve a Ud. anormal, yo soy zurda y eso me vuelve anormal porque la mayoría son derechos, y así podría seguir enumerando varias de las anormalidades que todos tenemos desde que nacimos.  Así que ¿cuál es su anormalidad?, y en todo caso su “anormalidad” ¿es mala?

Suele ser frecuente que cuando ven a una persona homosexual muchos hagan la aseveración “es que decidió ser así”, pero esa es otra donde difiero, ya que ¿en qué momento Ud. decidió ser heterosexual?, exacto, la respuesta es que “no tomo esa decisión”, solo le empezó a gustar y fue capaz de establecer vínculos afectivos (como pareja) con el sexo opuesto, precisamente así pasa con las personas homosexuales, que además, con todas (que no son todos los del planeta pero si una muestra significativa) las que en algún momento he hablado no lo pensarían ni un segundo, si pudieran tomar esa decisión, para volverse heterosexuales… porque es más fácil ser parte de la mayoría, de la norma, ser heterosexual.

Y al final, después de oír tanta opinión en tono tan contundente, no puedo evitar hacerle la pregunta a mi interlocutor sobre “cuantos homosexuales conoces” y cuando me refiero a conocer es que sabe de ellos, quienes son, como es su vida, que les gusta, que quieren, que no quieren y la respuesta es usualmente es “ninguno, yo no me relaciono con ese tipo de personas”.  La moraleja de todo esto es que es muy sano tener una opinión sobre el tema que sea, sin embargo, primero infórmense, conozca, razone, deténgase, piense, respete más allá de no estar de acuerdo, contemple las cosas desde varios ángulos y entonces… estará listo para hacerse una opinión al respecto, una propia, de peso y muy útil para Ud.

• Columna en colaboración para Xpressate.net •