A ver, como les explico…
Actualmente mucha gente se pregunta ¿realmente nuestro cerebro se afecta cuando toma una pausa como la que ha implicado la este confinamiento? Y realmente no es una pausa lo que impacta nuestro cerebro y salud mental en esta situación, es la falta de estructura, que se traducía antes a una rutina que estaba determinada por una serie de factores que en su mayoría eran externos y ambientales. Por ejemplo, nuestro orden del día esta determinado por la hora en la que armábamos nuestra mañana para tratar de saltarnos el tráfico, la ruta que tomábamos para nuestros trabajos o compromisos cotidianos, el llegar a tal edificio u oficina, salir a comer, tener una pausa y terminar de trabajar son horarios que estaban, en la mayoría de los casos determinados, por las empresas en las que trabajábamos, nuestros jefes o clientes; así como el avance del día y el cambio en cosas que antes eran imperceptibles como luz, temperatura, etc. Ahora no es que nuestra rutina se haya pausado, es que ha cambiado, en muchos casos de forma drástica, y los factores externos y ambientales han desaparecido en su mayoría, ahora dependemos de alguien que no estamos acostumbrados a hacerlo: ¡de nosotros mismos!
Esto se evidencia en la diferencia que se observa durante el aislamiento y cuando se van relajando las medidas, entre las personas que siempre han sido bastante disciplinadas o que tenía trabajos que implicaban que ellos mismos determinaran sus horarios y distribución de tareas versus quienes no han cultivado las disciplina y están más acostumbrados a recibir indicaciones, así como estructura de factores externos (jefe, empresa, sociales, etc). Quienes son capaces de autogestionarse efectivamente han estructurado nuevas rutinas, han seguido con sus vidas desde casa aunque implique acostumbrarse a nuevos formatos, se han mantenido motivados y hasta son capaces de percibir satisfacción al lograr metas autoimpuestas por las que nadie más les aplaude; mientras que quienes están acostumbrados a que estos factores externos los gestionen si han puesto su vida en pausa, esperan con ansias una normalidad que ya no volverá, delegando en este momento el regresar a ser productivos, motivados, etc.
Otro punto importante es que, los periodos de aislamiento prolongados suelen dejarnos con la sensación de que nuestros propósitos de vida se perciban como “en pausa”, esto incide negativamente sobre nuestra motivación.
¿Pero entonces qué hago para que mi cerebro se ponga las pilas y además siga a un paso que pueda mantener por el tiempo que sea necesario?
Bueno, para esto realmente son 2 pilares. El primero entender que nuestros requerimientos diarios han cambiado y, por ende, nuestra rutina también debería hacerlo, debemos hacer ajustes que estén acorde a nuestras necesidades actuales, que incluyen tareas del hogar, trabajo, tiempo de ocio, autocuido, etc. Sin embargo, esto debemos entender que no lo vamos a ejecutar todo el tiempo a punta de motivación, ya que en muchos casos vamos a tener que echar mano de la disciplina, para hacer lo que “tenemos” que hacer para lograr lo que “queremos”.
El segundo punto es entender la importancia de generar una estructura, que como mencionaba en este caso se traduce a una rutina, ya que esto no solo nos mantendrá productivos, sino que también nos mantendrá mentalmente fuerte y eso implica disminuir nuestros niveles de vulnerabilidad ante los trastornos mentales, que no solo son una amenaza durante el confinamiento, sino también después del mismo.
Probablemente mucho sigan trabajando por algunas semanas, hasta meses, desde casa, otros empezaran a trabajar de forma remota de ahora en adelante. Parte de lo que puede ser de ayuda en estas ocasiones es entender que todos tenemos cierta resistencia al cambio, así que es normal que primero percibamos todo lo que no nos gusta de esta nueva estructura, solo por ser “diferente” a la que ya conocíamos y teníamos medida, pero empiece a poner atención a las cosas positivas que esta nueva forma de trabajar o de su día aportan, por ejemplo más tiempo para desayunar o por las mañanas, poder almorzar en casa, menos gasto en transporte, poder manejar su tiempo, adecuar un espacio de trabajo a su gusto, etc.
Además, para establecer la rutina debe procurar hacer divisiones marcadas entre los tiempos, así como antes había una división entre su inicio de jornada laboral, su tiempo de familia, su tiempo personal, etc., pero recurriendo a factores internos, limites autoimpuestos, tiempos autogestionados, en vez de estar esperando que alguien más se encargue de administrarlo a Ud.
Pero ¿Si me siento sin ánimos?
Esto puede ser deber a 2 razones diferentes, que son las más comunes y dependen mucho de la situación en la que se encuentre cada persona.
La falta de ánimo si esta acompañada de irritabilidad, problemas de sueño, ansiedad, problemas para concentrarse, falta de energía, poco autocontrol, puede estar sufriendo de Fatiga Emocional. Esta suele presentarse en personas que han estado durante un periodo prolongado de tiempo en situaciones sostenidas de estrés, entornos donde reina el caos y en los cuales sienten que tienen poco control.
Sin embargo, en la mayoría de casos la falta de motivación suele ser producto de la falta de recompensa y sensación de logro. Como les mencionaba, antes dependíamos de una serie de factores externos, dentro de los cuales también estaban los aplausos, reconocimientos, felicitaciones, los cuales eran capaces de generar satisfacción, motivación y sensación de logro; ahora tenemos que ser capaces de proveerlos nosotros mismos. En psicología hablamos del locus de control interno y externo, precisamente este es un momento donde es necesario cultivar nuestro locus de control interno, porque es básicamente la capacidad de aplaudirnos, recompensarnos, felicitarnos, a nosotros mismos en base a la obtención de logros o metas. Esto también tiene relación con la estructura, ya que cuando generamos una estructura en el día esto incluye metas necesariamente, por pequeñas que sean, lo cual nos permite tener una sensación de avance y logro, las cuales debemos aprender a reconocer.