A ver, cómo les explico…

En mi opinión el «hubiera» es uno de los pasatiempos favoritos de varios, sentarse a pensar en todos los elementos que pudieron haber cambiado en el pasado y que consideran que, si “hubieran” tomado esta o aquella decisión todo sería diferente.

Me parece que está costumbre de sentarnos a darle vueltas al “hubiera” es una tortura autoinflingida, que suele ser dolorosa, poco productiva y además muy desgastante.  Estoy absolutamente convencida que si todos pusiéramos las mismas energías que dedicamos a darles vueltas al hubiera, en determinar como acercarnos más a nuestras metas o cómo mejorar lo que sea de nuestro pasado que nos desagrada, pues ¡uf! seríamos imparables.

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Durante bastante rato no podía dejar de pensar porque a tantos les detenía la vida el pensar constantemente en “si hubiera hecho tal o cual cosa”, por qué el hacerse esta pregunta resultaba tan tortuoso, además que proporcionaba a la gente como para que resultara tan difícil renunciar a seguirle dando vueltas al mismo asunto en vez de ocuparse del presente.  Después de mucho observar, mucho escuchar y mucho pensar he llegado a una conclusión al respecto; no a manera de crítica, al contrario, les comparto lo que he aprendido, porque considero que en alguna medida todos tenemos este amor enfermizo por el “hubiera”.

He concluido que existe un denominador común en los que se sientan a pensar en el hubiera, en todas las variantes posibles que podrían haber propiciado; y no solo entre quienes reflexionan al respecto sino también entre los resultados que le plantea cada “hubiera”.  Ese denominador común que les menciono es que de todos los hubiera que se plantean surge esta vida, que es casi perfecta, todo este montón de posibilidades que nos hacen pensar que el no haber hecho las cosas diferentes es lo que nos hace tener problemas, sin importar si estos van desde lo más estándar hasta lo más denso; o tener presiones, vernos en la necesidad de lidiar con responsabilidades, etc.

Ahora si vemos las cosas de forma más justa, si hubiéramos hecho las cosas diferentes en nuestro pasado, claro que los resultados serían diferentes en nuestro presente, pero… diferente no necesariamente es mejor y creo que ahí es donde radica la cuestión.  Todos los resultados que arroja este pensar en el hubiera son, en nuestra cabeza, perfectos, todo es fantástico, relajado, armonioso, carente de esfuerzo, sin días malos, y está es una versión absolutamente carente de realidad, porque si Ud. “hubiera” hecho las cosas diferentes claro que no tendría los problemas que tiene, solo tendría otros; probablemente no tendría que lidiar con las responsabilidades que ahora le toca, pero tendría otras; puede ser que no careciera de lo que ahorita considera que carece, no quiere decir que no tendría otras carencias.

Entonces, si tomamos en cuenta esto entenderán cuando les diga que a todos nos resulta más fácil renunciar a la vida que tenemos que a la que nos imaginamos que tendríamos, sobre todo cuando esa vida pinta perfecta, aunque sea de forma absolutamente irreal.

¿Cuál es la moraleja de todo esto? Pues que cada vez que caiga en la tentación de pensar en el hubiera, recuerde, en efecto su vida sería diferente, eso no garantiza que sería perfecta, ni siquiera que sería mejor que la actual.  Si quiere mejorar su vida, deje de gastar fuerzas pensando en que debería haber hecho diferente en el pasado, porque el pasado ya no lo puede cambiar por más que le moleste, use lo que aprendió y empiece a invertir sus fuerzas en cambiar las cosas que considere necesarias en su presente, que aumentar la probabilidad de tener un futuro como el que se queja actualmente que no tiene.

• Columna en colaboración para Xpressate.net•