Al final del día, al único que debe esforzarse por caerle simpático, es a usted mismo.

Cuando ponemos un poco de atención, resulta increíble la cantidad de gente que se refiere a todo lo que hace; desde que despierta al sonarle la alarma, en el trabajo en el que está, dónde se proyecta de aquí a 10 años; cuando habla de sus metas, de lo siguiente, de con quién se relaciona, de para dónde va, entre otras cosas. Hace referencia a “lo que tengo que hacer”.  Para mí esto siempre ha sido un enigma, cómo es eso de “tengo que hacer”, ¿dónde lo dice? ¿Y que acaso la vida viene con Manual de Instrucciones y a mi no me dieron uno solo para ver qué pasaba, porque a alguien le pareció graciosa la idea?

Recuerdo que al principio era terrible. ¡No entendía! Me daba la impresión que yo era perfectamente normal, pero me habían venido a tirar al planeta equivocado.  Hasta que un día, ¡me cuadró! Salí de mi oscura ignorancia y me di cuenta de cuántas cosas nos machacan desde chiquitos, corrección, nos las machacan desde chiquitos pero existen desde antes que nazcamos. La mayoría de nosotros nacemos dentro de tal o cual sociedad, dentro de tal o cual familia y todos los involucrados ya saben exactamente qué va a pasar con nosotros; que “tenemos que hacer” para cumplir el plan de vida que ellos cuidadosamente han diseñado, esas personas que  nos rodean y quieren nuestra felicidad.  Desde antes que naciéramos, mamá sabe que quiere que saquemos algunos de sus rasgos; su nariz, su boca, sus orejas, sus ojos, sus manos y de papá el apellido. Además nuestros papás saben que es lo que seguramente queremos estudiar y dónde, con quién nos vamos a casar y a qué edad… ¡porque nos queremos casar!; cuántos nietos les vamos a dar… ¡porque claro que queremos hijos!; qué nos va a gustar de comer, cuál será nuestro partido político o equipo de fútbol; entre miles de otras cosas.  Y de repente sale este cachorro de persona, que primero solo hace ruido y después ¡resulta que opina! Que sabe lo que quiere y que no es ni remotamente similar a los planes que los demás tenían. Pero bueno, nos tienen paciencia, porque al final “ellos saben mejor que nosotros, por su abundante experiencia, qué y cómo seremos felices”.

Es exactamente en ese momento que empiezan a repetirnos constantemente qué buscar, dónde hacerlo, qué camino seguir y hasta el horario para hacerlo. Es ahí donde muchos nos perdemos y empezamos a hacer eso que nos han dicho que “tenemos que hacer”. Para rematar a medida que vamos avanzando en la vida, vamos incluyendo más cosas que “tenemos que hacer”, de más gente que también quiere vernos felices.  Pero mi pregunta es esta: ¿desde cuando las cosas que hacemos en la vida, en nuestra vida, tienen que ser las cosas que “tenemos que hacer”? ¿Por qué no hacemos las que “queremos hacer”? Sobre todas estas cosas que alguien supone ya haber decidido, con las mejores intenciones claro está, ¿no tendríamos nosotros que tomar nuestras propias decisiones partiendo de que el concepto de felicidad tiende a ser tan subjetivo?

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Realmente no es cuestión de vida o muerte. Por lo que he visto, hay gente que hace su vida con lo que “tiene que hacer”, y en efecto, termina siendo una buena vida. Una vida tranquila y completa…pero tan alejada de lo que uno quiere, con la felicidad prestada, con el concepto de vida de alguien más. Así que yo soy de la opinión que debemos dejar de hacer lo que creemos que “tenemos que hacer”, y sentarnos a pensar “qué queremos hacer”. En efecto, siempre tendremos costos que pagar para llegar a esas metas que nosotros queremos, pero nuestro esfuerzo debe llevarnos a compartir con esa persona que nosotros “queremos”, en tener o no hijos “porque queremos”, en casarnos o no “porque queremos”, en tener la “vida que queremos”. Pero les garantizo, que esos costos los pagaremos con la mejor de las sonrisas.

En todo caso recuerde, al final del día, con el único que tiene que quedar bien, al único que debe trabajar para caerle simpático es a usted mismo, porque de los demás nos podemos alejar. Porque podemos solo escuchar y luego dar la vuelta, pero con usted mismo es la única persona con la que no puede hacer eso.  A las personas que nos quieren lo único que siempre les ha importado (desde antes que naciéramos) es que fuéramos felices, así que si todos los días nos ven con una sonrisa y se vuelven testigo de que la vida que “quisimos tener” nos provee felicidad, aunque no la entiendan, ni siquiera la compartan; estarán felices también.

• Columna en colaboración para Xpressate.net •
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