A ver, como les explico…

He descubierto que una de las cosas más difíciles de hacer es lidiar con la incertidumbre, con el no tener certeza de que va a pasar en un futuro o no poder tener garantías de los resultados que nos reportaran nuestras decisiones.

Es precisamente en esos momentos de incertidumbre que nuestro cerebro empieza a tejer historias que tienen la característica de ser catastróficas, además de ridículamente exageradas, donde todo sale mal y de forma simultánea, solo el que este en nuestra cabeza, mas allá de que no llegue a convertirse en realidad, nos hace vivirlo, sufrirlo, padecerlo y en muchos casos no paraliza o hasta nos hace huir de escenas que están solo en nuestra imaginación y es precisamente de esto de donde deriva gran parte del estrés y ansiedad con el que lidiamos todos los días, no de lo que realmente está pasando, si no  de las historias en nuestra cabeza y es por eso que hoy quiero compartir con Uds. una historia que leí hace poco y que me parece fantástico para explicar como lidiar con la incertidumbre, sin dar por sentado que todo irá mal o tampoco tener que volvernos esos optimistas sin remedio que ven todo rosa, ¡solo ser más realistas!

«El granjero que perdió su buey»

En una aldea, vivía un granjero que se encargaba de trabajar sus tierras y estas eran su sustento diario y el de su familia. Un día el granjero se dio cuenta que su buey había muerto, inmediatamente entro en pánico, pensó -pero que voy a hacer ahora que mi buey ha muerto, como arare la tierra, ¡es el fin!, moriremos de hambre-.

En medio de su desesperación el granjero recordó que en el pueblo vivía un Viejo Sabio, quien tenía la fama de dar respuestas muy acertadas, entonces se dirigió al pueblo inmediatamente para hablar con el Viejo Sabio.

Al llegar al pueblo, el granjero inmediatamente fue a la casa del Viejo Sabio y lo encontró, entrando le dijo -Viejo Sabio vengo porque mi buey, con el cual araba las tierras en mi granja, ¡murió!, ¡esto es lo peor que me puedo haber pasado, lo peor!, ¡moriremos de hambre, mi familia y yo! ¿Dígame si no es lo peor que me puede haber pasado Viejo Sabio?-.  El Viejo Sabio, después de haber escuchado pacientemente le contesto -Puede que si, puede que no-. El granjero horrorizado le dio a Viejo Sabio -¿Cómo me puede decir eso? si no hay nada peor que me podría haber pasado, es terrible y Ud. no lo entiende, ¡pero es mi fin!-, el viejo sabio con toda paciencia le repitió -Puede que si, puede que no-.

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El granjero salió de ahí enojadísimo, diciéndole a todo el pueblo que el Viejo Sabio no era ni remotamente sabio, que no era ni siquiera capaz de comprender la desgracia que le acababa de ocurrir, que era absolutamente evidente ante los ojos de cualquiera. Así regreso a su granja.

Al día siguiente el granjero se dio cuenta de que cerca dentro de sus tierras había un caballo fuerte y joven, decidió atrapar al caballo para arar sus tierras. Luego del primer día de tener al caballo, el granjero regreso al pueblo para disculparse con el Viejo Sabio, porque en ese momento entendía a que se refería con lo que le había dicho, le dijo -Viejo Sabio tu tenias razón, no era malo ronque me había pasado, hoy tengo un caballo que hace las cosas mas rápido y mejor de lo que las hacia mi buey, así que hoy si estamos de acuerdo en que encontrar este caballo es lo mejor que me ha podido pasar-. El Viejo Sabio, con toda serenidad le respondió -puede que sí, puede que no-. Los ojos del granjero se abrieron como platos, no podía creer lo que acababa de escuchar de boca del Viejo Sabio, desconcertado le dijo -Cómo no puede estar de acuerdo conmigo Viejo Sabio de que encontrar este caballo ha sido fantástico, una de las mejores cosas que me puede haber pasado-, el Viejo Sabio solo le repitió -puede que sí, puede que no-.  El granjero, incrédulo, salió de la casa del Viejo Sabio y todo su regreso a la granja se dedico a decirle a todos los que encontró en el camino que el Viejo Sabio, solo era viejo, pero que obviamente no sabio.

El siguiente día, el hijo del granjero decidió montar el caballo que habían atrapado, pero mientras el caballo corría el hijo del granjero cayó y se quebró una pierna.  Al darse cuenta de lo ocurrido, el granjero, preocupado y avergonzado fue a casa del Viejo Sabio, para contarle lo que había pasado y asegurarle que en esta ocasión si entendía a que se refería, que tenía toda la razón.  Llego a casa del Viejo Sabio y le conto todo lo que había ocurrido con su hijo y el caballo, muy triste le dio -Viejo Sabio perdóname por dudar de ti, ahora comprendo, si yo no hubiera encontrado nunca ese caballo mi hijo no se hubiera quebrado una pierna, ahora no tengo quien me ayude con las cosechas, nadie podrá ayudar con el cuidado de la granja, no soy capaz de imaginarme que podre hacer ahora, definitivo, esto es lo peor que me ha pasado y hoy tiene que estar de acuerdo conmigo-, el Viejo Sabio se limito a responderle -puede que si, puede que no-.  El granjero inmediatamente enfureció, le dijo al Viejo Sabio que no era posible, que obviamente era lo peor, pero el Viejo Sabio solo le repetía la misma frase «puede que si, puede que no».

El granjero salió de la casa del Viejo Sabio enfurecido, se dedico a decirle a todos los del pueblo que el Viejo Sabio había perdido la razón, que estaba completamente loco, que no era capaz de entender nada de su desgracia a pesar de ser tan evidente.

Pasados pocos días, su poblado entro en guerra con uno de los poblados vecinos y, por esto, empezaron a reclutar a todos los jóvenes que estuvieran sanos para formar parte de un ejército, sin embargo, el hijo del granjero se salvo de ir a la guerra por tener la pierna rota.

El granjero se sintió el hombre más feliz del mundo al enterarse de que su hijo no iría a la guerra.

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